El carbono azul y la importancia en el medio ambiente
El dióxido de carbono (CO2) es el principal gas de efecto invernadero responsable del cambio climático. Se trata de un gas incoloro e inodoro que se encuentra naturalmente en el aire y es producto de la actividad biológica.
Existen dos tipos de carbono dependiendo de cómo y dónde se absorba de la atmósfera. El carbono verde es aquel que es retenido por los bosques. El carbono azul es el que es capturado por las especies vegetales marinas que se encuentran en los ecosistemas costeros:
- Manglares
- Praderas marinas
- Marismas
- Humedales
- Pantanos
Estos ecosistemas acuáticos recogen el dióxido de carbono del agua, que proviene de la atmósfera, y almacenan parte de él en los sedimentos oceánicos, de esta manera puede permanecer durante mucho tiempo.
Los ecosistemas marinos son conocidos como “pozos de carbono”; estos pozos son capaces de secuestrar CO2 con mayor rapidez que los bosques, incluso aunque sean de menor tamaño. Por ejemplo, un manglar puede llegar a almacenar diez veces más que un bosque.
Además de la capacidad para retener el carbono azul, los ecosistemas marinos proporcionan numerosos beneficios al desarrollo medioambiental:
- Actúan como protección contra las tormentas y el aumento del nivel del mar.
- Previenen la erosión de la costa.
- Regulan la calidad del agua.
- Ofrecen un hábitat esencial para especies marinas en peligro de extinción.
- Generan un espacio de seguridad alimentaria de muchas comunidades costeras.
Algunas de las estrategias para aumentar la capacidad de almacenamiento de carbono azul incluyen la conservación y restauración de los ecosistemas marinos, como las praderas de algas y los arrecifes de coral, y la promoción de la agricultura sostenible en las zonas costeras.
En resumen, el carbono azul es una forma importante de mitigar los efectos del cambio climático en el océano y en los ecosistemas marinos, y es un componente clave de un enfoque global para abordar el cambio climático.